La música como todas las artes no puede deslindarse del grado subjetivo que un oyente deposita en ella al emitir un juicio. De esta manera RBD puede ser igual de bueno que black sabath. Afortunadamente un melómano sabe que la música se aprecia no sólo por este juicio subjetivo- que en la vida diaria es más que suficiente- sino también por sus características formales. La estructura, la composición, la interpretación, el ritmo etc. Todo eso es parte de esa estructura, sin embargo, un melómano sabe también que a pesar de ello, el empirismo con el que vivimos la música –por que la música no se escucha, se vive, se vibra, la hacemos nuestra- es lo verdaderamente trascendente.
Este empirismo nos queda más que claro, cuando al escuchar una canción viajamos años luz en la memoria y nos encontramos en un tiempo y espacios diferentes. Puede ser que viajemos al pasado, pero quién sabe y hay canciones que nos manden al futuro, o nos sumergan en un hoyo negro, que de pronto nos pone a explorar la zona interna de nuestro corazón.
Así las canciones adquieren cierta carga emocional importante y simplemente nos recordarán a una persona o personas y ciertos momentos de nuestra vida que parecerán revivir cada que escuchemos esa melodía.
Como sabrán el concierto de Muse en México fue el día 12 de abril. Por fortuna, pude ir y pues no sé como describirlo de una manera que nos sea diciendo: fue algo poco más que maravilloso… todo un viaje!!!!!!!!!!!!
¿No les pasa que de pronto esperan tanto algo, que cuando por fin lo tienen pasan dos cosas?
Este empirismo nos queda más que claro, cuando al escuchar una canción viajamos años luz en la memoria y nos encontramos en un tiempo y espacios diferentes. Puede ser que viajemos al pasado, pero quién sabe y hay canciones que nos manden al futuro, o nos sumergan en un hoyo negro, que de pronto nos pone a explorar la zona interna de nuestro corazón.
Así las canciones adquieren cierta carga emocional importante y simplemente nos recordarán a una persona o personas y ciertos momentos de nuestra vida que parecerán revivir cada que escuchemos esa melodía.
Como sabrán el concierto de Muse en México fue el día 12 de abril. Por fortuna, pude ir y pues no sé como describirlo de una manera que nos sea diciendo: fue algo poco más que maravilloso… todo un viaje!!!!!!!!!!!!
¿No les pasa que de pronto esperan tanto algo, que cuando por fin lo tienen pasan dos cosas?
A) o se te olvida cuanto lo esperaste y ya no lo esperas o
B) de plano sientes que todo vale la pena por ese momento.
El concierto de muse fue la segunda opción. Un concierto esperado desde prepa, que al hacerse realidad fue imposible evitar que el hecho de su consumación, no terminara en el vacío que te dejan las cosas irrepetibles.
Fue un excelente concierto: luces, escenografía, quórum, pero sobre todo música… buena música, de esa que tiene desde las guitarras poderosas, hasta las notas más sutiles. Un concierto en el que brincas, gritas, bailas, aplaudes, te involucras pero sobre todo: vibras y vives lo que estás escuchando.
No puedo describirlo del todo… pero puedo decir que ese concierto logró que este yo actual desapareciera y fuese poseído por un yo anterior; por esa Akasha Preparatoriana que gritaba la letras Sunburn y New born, (después de no escucharlas en años y que de pronto parecía que ayer había memorizado) y que enloqueció literalmente cuando escuchó Plug in baby…
Fue cuestión que la distorsión iniciara para que no pueda ubicar más del panorama…Akasha perdió el contacto con la realidad.
De nueva cuenta la desesperación, esa ira adolescente que de pronto me invadía. Ese abandono y el vació llenándolo todo…
De pronto, casi en esta experiencia Hegeliana del espíritu absoluto, en la idea del yo-observador de Husserl, vi a mi persona siendo movida volitivamente por algo que no era mi conciente. Exploté en una catarsis sin racionalidad alguna. Años de estrés fueron descargados en un grito y brincos sin sentido. Toda la carga emocional de la canción, toda esa fuerza empírica atravesaba mi cuerpo como un verdadero rayo eléctrico. Todos estos años de espera consumados para el final del concierto con Knights of Cydonia…
Me quedó un dolor de cuerpo increíble… como si todos estos años hubiese hecho ejercicio. Además, de moretones en las manos, brazos y en la rodilla, este último el más grande que he tenido, incluso como jugadora de hockey sobre ruedas. Pero más allá de todo esto, me dejó la certeza de que por un momento yo dejé de ser yo, siendo yo misma. Y fui feliz… tranquila…
Para cuando la razón volvió a mi cerebro y mi yo era este yo, con mí aquí y ahora, un yo conciente y adulto, me di cuenta de algo:
Este concierto que yo esperaba desde prepa, no lo esperé sola…
Lo espere en compañía de amigos muy queridos, que al igual que yo le cedieron carga emocional a la música. De todos esos amigos con los que planeaba a futuro “cuando fuésemos a ver a Muse”, sólo fui con uno.
Me di cuenta que seis años, verdaderamente han dejado una huella muy profunda en nuestras vidas… de esos amigos, sé con certeza que al menos dos más de ellos también estaban ahí conmigo, viviendo esa canción, ese momento. Sé también, que sus diferencias entre sí, son irreconciliables y que por ello no nos pudimos reunir todos para compartir nuestra experiencia, justo después de que las luces se encendieran.
Aún así, a todos ellos… a los dos que fueron, al que fue conmigo y a los demás cuyos destinos me son ahora incognoscibles… quiero agradecerles su compañía durante mi espera y en mi vida… quiero agradecerles, por ayudarme a cargar la música de emoción, por que ustedes saben que sólo ella es quizá la única verdaderamente fuerte, como para hacerme sentir viva, o matarme poco a poco… quiero agradecerles por estar ahí y vibrar juntos…
Fue un excelente concierto: luces, escenografía, quórum, pero sobre todo música… buena música, de esa que tiene desde las guitarras poderosas, hasta las notas más sutiles. Un concierto en el que brincas, gritas, bailas, aplaudes, te involucras pero sobre todo: vibras y vives lo que estás escuchando.
No puedo describirlo del todo… pero puedo decir que ese concierto logró que este yo actual desapareciera y fuese poseído por un yo anterior; por esa Akasha Preparatoriana que gritaba la letras Sunburn y New born, (después de no escucharlas en años y que de pronto parecía que ayer había memorizado) y que enloqueció literalmente cuando escuchó Plug in baby…
Fue cuestión que la distorsión iniciara para que no pueda ubicar más del panorama…Akasha perdió el contacto con la realidad.
De nueva cuenta la desesperación, esa ira adolescente que de pronto me invadía. Ese abandono y el vació llenándolo todo…
De pronto, casi en esta experiencia Hegeliana del espíritu absoluto, en la idea del yo-observador de Husserl, vi a mi persona siendo movida volitivamente por algo que no era mi conciente. Exploté en una catarsis sin racionalidad alguna. Años de estrés fueron descargados en un grito y brincos sin sentido. Toda la carga emocional de la canción, toda esa fuerza empírica atravesaba mi cuerpo como un verdadero rayo eléctrico. Todos estos años de espera consumados para el final del concierto con Knights of Cydonia…
Me quedó un dolor de cuerpo increíble… como si todos estos años hubiese hecho ejercicio. Además, de moretones en las manos, brazos y en la rodilla, este último el más grande que he tenido, incluso como jugadora de hockey sobre ruedas. Pero más allá de todo esto, me dejó la certeza de que por un momento yo dejé de ser yo, siendo yo misma. Y fui feliz… tranquila…
Para cuando la razón volvió a mi cerebro y mi yo era este yo, con mí aquí y ahora, un yo conciente y adulto, me di cuenta de algo:
Este concierto que yo esperaba desde prepa, no lo esperé sola…
Lo espere en compañía de amigos muy queridos, que al igual que yo le cedieron carga emocional a la música. De todos esos amigos con los que planeaba a futuro “cuando fuésemos a ver a Muse”, sólo fui con uno.
Me di cuenta que seis años, verdaderamente han dejado una huella muy profunda en nuestras vidas… de esos amigos, sé con certeza que al menos dos más de ellos también estaban ahí conmigo, viviendo esa canción, ese momento. Sé también, que sus diferencias entre sí, son irreconciliables y que por ello no nos pudimos reunir todos para compartir nuestra experiencia, justo después de que las luces se encendieran.
Aún así, a todos ellos… a los dos que fueron, al que fue conmigo y a los demás cuyos destinos me son ahora incognoscibles… quiero agradecerles su compañía durante mi espera y en mi vida… quiero agradecerles, por ayudarme a cargar la música de emoción, por que ustedes saben que sólo ella es quizá la única verdaderamente fuerte, como para hacerme sentir viva, o matarme poco a poco… quiero agradecerles por estar ahí y vibrar juntos…