A veces la frustración es tan grande que no basta con un “te comprendo”; ninguna palabra es aliento suficiente y toda la ira pareciera querer salir como lava por nuestros ojos.
-“llorar es para los débiles”-
Como si el sólo hecho de crisparme los ojos con astillas por el llanto, no fuese ya suficiente. ¿Quién se supone que eres para conocerme? ¿En qué rumbos absurdos y perdidos caminé yo, para llegar a ti?
-…-
Quisiera gritarlo todo, afirmarlo, manifestarlo de la manera más estridente que pudiera; así, sin asomo de vergüenza: ¡El error me pulveriza, pero me hace humano! ¿qué no lo ven?
No quiero ser una maquina perfecta. Deseo innombrable, no por eso asígnico.
Cada derrota lo confirma, cada demostración de amor, cada pequeño triunfo te aleja de la secreta espera, pero persiste…
-Siempre-
Es mucho más placentero ser humano que perfecto, lo sé. Cada que lo pienso, siento al centenar de astillas amontonadas en mis ojos y lo confirman. La humedad lo hace, quiero ser humano. Equivocarme…ese deseo también oculto, inombrado.
-Negar el nombre es negar la existencia.-
El rictus de mi boca es inconfundible: no soy feliz, pero quisiera serlo. Al menos a ratos. Fulminar mi conciencia y sentir. Sí sentir, que no necesariamente pensar, que las consecuencias de mis actos no son tan importantes después de todo. Olvidar, por un segundo, el peso infinito del eterno retorno. Olvidar quién soy y de dónde vengo, perderme en ese cúmulo de estrellas, de emociones no razonadas, pueriles, sin valor intelectual alguno, pero maravillosas.
No puedo, no funciono así, fui programado diferente, ojalá pudiera, todo sería distinto ahora, días diferentes correrían por mi vida. Felicidad inconciente, la única verdadera, bendito tesoro, yo sólo aspiro a la tranquilidad de la certeza. Uno es lo que es y no hay más. Soy caos e infinito, soy todo consecuencia, soy este ser humano convertido en máquina poética por obra y gracia del destino que dirijo.
- Sólo los cobardes lloran - me dijiste una vez en un susurro y otras tantas a gritos.
Si pudieras sentir a las astillas, como yo, si pudieras retenerlas, como yo, si te doliera la quemazón de esta lava, como a mí, no serías capaz de decirlo. No, jamás lo harías. Comprenderías que más allá de cobardía y debilidad, es un acto de sublime valentía y existencia, tanto como despertar cada mañana y decidir vivir y sobrevivir a pesar de todo.
Eso tu lo sabes, lo manejas a la perfección, tu vida no ha sido fácil tampoco, pero no te importa,.. No tiene caso que lo haga, puedes vivir sin nada que te cuestione, eso no entra en tu sistema.
¡Caray! te rebajo a mi condición de robot simbólico, cuando en realidad, sé que tus ojos tienen un alma que te hace muy humana, la mejor de todas, la más cruel.
Tac tac tac otra vez el ruido en mi cabeza tac tac tac. ‘La tumba’ de José Agustín, lo describe “por que no quiero […]” odio recordar tantos pasajes de libros, odio pensar tanto.
-Odio…
odio…-
Me detengo frente a la mirada en el espejo. ¿Cuánto tiempo he estado aquí sin decir nada, cuánto tiempo frente a este desconocido reflejado? No lo sé. No mucho, unos minutos, tal vez, toda una eternidad, lo suficiente para notar que aún esbozas una sonrisa estúpida en la boca. Esa que tanto me molesta, entre burlona y comprensiva, entre cariñosa y desgarradora, entre tu y yo…
-y una sonrisa-
Fumas, el humo se desvanece lento, jugando con tu cara, con tu cabello, das un trago a la copa de vino a tu lado.
¿Qué estás bebiendo?
Miro atento, pero me traiciona la hija bastarda de las astillas y la lava. Llega salada a mi boca, y me considero derrotado.
-¿Seguro que no fuiste capaz de lograrlo?
Doy un golpe en el lavamanos que sostiene el espejo, y el reflejo tiembla. Tu, en cambio, permaneces inmóvil, calmada, como si nada pasara.
-Si lo hubiese logrado, ¿crees que estaríamos juntos ahora? ¿Crees que regresaría a ti? ¡A ti de entre todas! ¿A ti? ¿Sólo para verte, para mirarme en tus ojos?
Me miras impávida, aún esperas mi respuesta.
-¡No carajo! No lo he logrado ¿por qué siempre eres tan necia?
Contestas con una sonrisa única, despreocupada.
-Se me da, igual que a ti… -
Te levantas de la silla y apagas el cigarrillo. El escote trasero de tu vestido, de por si corto, deja poco que construir a la tela. Tu piel, rayo lunar, es siempre invitación abierta…
-Si todo fuese como seguirte hasta la cama-
Tic tac, tic tac, el reloj anuncia su presencia. Me veo en el espejo y lo miro atentamente hasta que poco a poco, le robo mi mirada al reflejo. Me toco el rostro, el pecho, mi corazón late, pum pum, pum pum, es mi sangre la que fluye dentro. Dejo salir agua del lavamanos y enjuago mis ojos.
Vivo, siento, maquina perfecta, maquina humana, Dios, lo que sea, Yo, Tu, ¿qué importa? Todos somos iguales ante tus ojos felinos.
Salgo del baño y dejo que tu aroma me guíe a tu guarida. El vestido se encuentra ahora en el piso de la habitación, te busco…
-Tu aroma es todo lo que queda…-