01/03/08

De muerte y otras realidades...

Siempre he tenido una fascinación mórbida por los arreglos florales de sepelios y funerales. Las grandes coronas, los grandes arreglos blancos, las cruces y hasta los pequeños corazones, donde las flores blancas predominan. Más que por los colores, me gustan porque su estética juega con las texturas, siempre me han atraído, aunque sé que es lo que uno menos recibe en su cumpleaños… me gustan las flores blancas, como las rosas que son deliciosas o los claveles que acompañan muy bien la nieve… pero los crisantemos me sostienen un interés más allá del culinario… me gustan mucho y no sólo blancos, rojos, amarillos, naranjas, los crisantemos son flores bonitas, de un olor particular. A la mayoría de la gente no le gustan porque les recuerdan los funerales… eso es triste, en definitiva son flores muy bonitas para remitirse a esos usos.

Las flores en los funerales tienen una finalidad antropológica que se ha justificado mediante el rito, aunque su fin es totalmente biológico: eliminar el olor de la descomposición del cadáver. De ahí que las flores más olorosas, como el crisantemo o las gladiolas, sean las más utilizadas para esas ocasiones. Cada flor tiene un significado ritual, la del crisantemo es muerte… no por eso deja de ser hermosa

Otro ritual en los funerales son los rosarios. Eternas oraciones repetitivas que en teoría se ofrendan a ese ente o Dios para pedir por el alma del difunto. Esto en caso de que tengamos alma y exista alguien a quien ofrendar tales motivos. Sin embrago, estos también tienen una justificación antropológica. Los rosarios comenzaron a rezarse como una manera de permitir a los fieles de la iglesia católica, y no sólo de ésta hago la aclaración, de entrar en una especie de trance místico mucho más fácilmente y rápido. Son, ante todo, una manera de despejar la mente, fijando la atención en las frases y estructura repetitiva que tiene esta practica tan común. Imagínense en una catedral con olor a flores, incienso, cera, los colores suaves de la luz a través de los vitrales, la inmensidad del atrio y concentrándose en rezar las 10 aves marías el padre nuestro las jaculatorias y memorizar que misterio va, mientras cuentan un collar de cuentas lentamente? Gotcha vdd? Pues en efecto ese era su fin

No piensen que esto que digo es con la única intensión de hablar de antropología y funerales, también les hablaré de la muerte, pero ya no desde una perspectiva antropológica. Lo cierto, es que ayer fui a un velorio, y la verdad es que no pude evitar sino pensar en todo esto y llegar a vomitarlo en letras antes de que acabe con mi cabeza y mi poca estabilidad mental. Aclarado el punto seguiré con la muerte.

La muerte es una invitada inesperada, que cuando llega es imposible correrla. Se queda y permanece y ya que hacer? Nada…

La mayoría de las veces resulta tan sorpresiva que su llegada nos contagia de un dolor especial. Uno, como no hay ningún otro y que se va clarificando conforme más nos enfrentamos a este sentimiento. De manera infantil, es imposible comprender la muerte sino como la ausencia prolongada, poco a poco permanente, de aquello que se supone ‘ya no está con nostros’. En efecto, la muerte te deja en falta, pocas veces identificable y por tanto tan general, que pronto descubres que esa falta es enorme y se encuentra en todo, por mínimo que sea, que tu recuerdo te permita asociar con el ausente. Conforme creces si bien el sentimiento infantil no desaparece del todo, se modifica. Más aún, por la conciencia de que la muerte, es también una incertidumbre; pues no sólo es ausencia, es la angustia de la nada, de la desaparición, del “no ser” y también del más allá. La comprensión que tengamos cada uno de ellos, de la desaparición o de la firme creencia en vidas posteriores, o mejores momentos futuros, son determinantes para nuestra aceptación o resignación al respecto.

La muerte es también paradójica, en el sentido que no importa cuánto pensemos que algo fue detenido, extinto, la vida siempre continua, nuestro tiempo sigue su camino y eso es algo inevitable. Nada en este mundo es indispensable para que el tiempo, incluso a pesar de la ausencia, se vuelva un continuum eterno. Ya lo decía Bachelard, en “La intuición del instante,” -no sabemos de cierto, que tenemos tiempo, lo intuimos mediante la percepción de un instante, que en sí mismo no tiene duración, pero que se prolonga gracias a su sucesión, que es lo mismo que nos hace percibir la duración real, y por lo tanto el tiempo.

Últimamente muchas muertes han estado rondando, Mi abuela a finales del año pasado; mi perro el 15 de febrero en un trágico desenlace, después de una semana de convalecencia debido a parvovirosis. Esa, fue una pérdida que aún me duele mucho y no estoy del todo establecida, mi falta está aún aguda algunas veces, sobre todo por que él era particularmente efusivo conmigo. Lo extraño mucho, y mi depresión debido a mis lazos afectivos, es inevitable. Ayer, me informaron que mi padrino había muerto. No lo frecuentaba mucho es cierto, pero es inevitable no sentir la muerte de alguien a quien aprecias desde el cariño más infantil.

El padrino Carlos fue amigo de la familia por años, amigo de mi abuelo, lo más cercano que me quedaba de él… y él único que cuando me veía, me trataba de forma muy parecida a como mi abuelo lo hacía. No hay mucho más que decir, salvo quizá que su muerte fue sentida por cantidad de gente debido a su personalidad, y las palabras que recuerdo de la última vez que lo vi:

-No mi’ja eso de novios pues pa’ qué? Usted estúdiele, por que luego ya ve nomás a esos cabrones buscan a una pa’ casarse y luego ya no hacen nada de sus vidas las pendejas… ahí ve a mi sobrinas. No mi’ja usted es distinta, usted a la escuela, y mejor sola que con un cabrón que no la valore, mande al diablo a la familia, lo que quieren es que termine como las demás, pero ya le dije yo y su abuelo también, que usted es diferente-

Y cuanta razón tenía. Si bien ahora tengo novio, sé que en efecto la relación es distinta y sé que no quiero lo mismo. Sus palabras fueron una manera de legitimar por lo que luche toda una adolescencia y fue recordar que pesar de lo entupidamente conservadora que pueda ser mi familia, y lo estúpido que puedan parecerme algunos de sus miembros, hay otros que me apoyan no importa que tan rara sea… Descanse en paz el Padrino Carlos, culpable de mis mejores momentos en Villa del Carbón.

1 comentario:

neto dijo...

1.- La muerte es así...un ente que toda ciencia estudia...que busca explicación, que busca un ideal, que no lo puede dejar pasar...el ser humano se aterroriza porque es lo unico incogniscible, un insulto a su inteligencia racional...
Voy a morir y me aterra esa conciencia, pero me resigno...ambivalencia en el pensamiento y en la razón...
Lo que queda de los seres humanos, lo que nos hace eternos, es el espíritu encarnado en la conciencia que queda en los otros de que existimos transformada en el mas puro de los amores, el que trasciende las barreras de lo físico y de la existencia tangible.

2.-Me siento un poco extraño...pero el padrino tenia razón...lo primero es hacerse uno de recursos para enfrentar a la vida y luchar...lo demás...somo simples accesorios (Ileana, palabras sabias en un lapsus de banalidad)