Cuando vi este comercial por primera vez, me dio risa… parte proyección, parte risa Freudiana, que me dejaba entre ver lo catastrófico del asunto… este comercial por mucho es grotesco. No sólo la manera en la que se retrata a la mujer comiendo (desesperadamente cual un vil atracan de una princesa Mia… sino por el contenido en el discurso que connota una invitación a volverte princesa Ana.
Pero, ¿quiénes son estas princesas?
Al buscar en la red sobre esta realeza los resultados son interesantes… las princesas Ana y Mía, también conocidas como princesas de cristal y de porcelana son las palabras clave para encontrar en Internet foros y blogs que promueven el estilo de vida a favor de la anorexia y bulimia. A pesar de que estas enfermedades silenciosas se consideran como unas de las más importantes hoy en día, ya que afectan a la población entre los 15 y los 30 años según la OMS, y se han tomado medidas para promover información al respecto de ellas así como su detección y tratamiento, los foros Pro ana y mía como también se le conocen son muy socorridos y visitados por una comunidad que va en crecimiento.
El Internet, tomado como esta tierra de nadie de fácil publicación y relativo simple acceso, ha sido el espacio ideal para la promoción de estas páginas y foros con contenidos como dietas, consejos y mandamientos de las mujeres y hombres que padecen esta enfermedad derivada de la maniaco-compulsión. En estos espacios la promoción de la ‘perfección’, como también se le llama son sólo algunos de sus tópicos. Las carreras para perder kilos, las páginas de inspiracionales con gente delgada, así como los menús en señal de fuerza de voluntad sustituyen el nombre. En estos foros todas son princesas, la diferencia de su anonimato no radica en el nombre, sino en el número de calorías consumidos al día, la báscula y el peso ocupan el primer lugar en la carta de presentación de los usuarios, que contrario a lo que suele pensarse no son sólo mujeres.
La anorexia y la bulimia no discrimina, y llevarla en sus términos es un largo y sinuoso camino hacia la muerte: a las fallas sistémicas, la perdida del cabello, daños en el esófago, entre otros problemas causados por estas enfermedades; sin embargo, “vale la pena recorrerlo, quiero ser perfecta, controlarlo todo, llamar la atención” asegura una persona con este tipo de trastornos. Finalmente esto no se trata de juzgar a las personas y decir si estas chicas y chicos que padecen estos desórdenes se encuentran bien o mal, no es una cuestión de moralina, como generalmente se quiere tratar el asunto. Cada quien es libre de buscar su belleza como mejor le plazca, incluso a través de la muerte.
Desde luego hay cosas objetables, como que la mayoría de las personas que padecen un trastorno así, no se encuentran concientes –generalmente- de ello, o lo ven como una manera natural de comportarse, aunque en el fondo sepan que no lo es. Finalmente no hay que olvidar que alguien compulsivo será cegado por su obsesión y neurosis, hasta cualquier límite impuesto o no, y se orillará al paciente a sobrepasarlo. Hay que dejar en claro, por lo tanto, que un problema así no siempre empieza por algún fin estético. Recurriendo de nueva cuenta Freud, podría hablarse de una cuestión de superyó, además de diversos procesos psicológicos que evitan que la conformación del yo y del dominio del mismo se lleve a cabo. Controlar la comida y su ingesta, no es algo que se haga siempre pensando en el ‘voy a engordar’, aunque por desgracia es inevitable admitir que también pasa. Muchos de los casos de este tipo existen gracias a una imperiosa necesidad de adaptarse a un canon y sentirse como parte de la tribu poderosa o bella.
Lo peligroso de comerciales como estos no es que fomenten la anorexia y la bulimia per se, sino que la socializan haciendo de un desorden patológico -como la culpa por la ingesta de alimentos- algo perfectamente natural y por si fuera poco hasta característico de un género: “si no te preocupa, no eres mujer”
Definitivamente el comer algo y sentirse culpable por satisfacer una necesidad fisiológica y básica, no es algo natural, mucho menos su socialización. Como parte de un género que le guste o no a la publicidad, también es pensante y espero algún día se de cuenta que su definición nunca podrá hacerse a partir del contraste con lo masculino (Si les interesa acérquense a las teorías de Nancy Chodorow o a las aproximaciones de Melanie Klein, o Hellen Fisher), me rehúso a ‘comerme’ la idea en el comercial. Sobre todo a caer en su juego de socialización de un rol genérico.
No, yo soy orgullosamente mujer, si lo juro, a pesar de lo que mis amados compañeros digan o piensen, a pesar de tener apodos como “el amigo” o a los supuestos de que gracias a como pienso “hasta podría ser hombre.” No, soy mujer y una que no sé siente culpable de comerse muchísimas calorías en un helado si así lo decide. Yo soy muy controladora y miento si digo que no controlo mi dieta por una cuestión obsesa de mi salud y ciertos problemas derivados, pero no por una cuestión de culpabilidad en referencia con la ingesta. El sentirte culpable del placer es sólo el principio de sentirte culpable por vivir y eso, si lo sabré yo, te lleva a desarrollar una serie de patologías que tarde o temprano, te llevan a lugares que no quieres reconocer, ni encontrar.
Personalmente publicidad de este tipo, en efecto, me saca risa, pero también me provoca unas nauseas enormes…
1 comentario:
Fuera Ana y Mía!!! Vivan Palia y Makia!!!!
Palia y Makia no son princesitas de perfección, son las malditas AMAAAAS!
Palia y Makia como estilo de vida.
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