14/10/09

El ocaso de la Reina y la Princesa usurpadora

Cuando yo tenía 15 años, la gente solía llamarme ‘darketa’. Lo anterior, no es una confesión, que absurdo si lo fuera, eso es una obviedad, que hasta la fecha tiene reminiscencias. A esa edad, además de mi ropa oscura, maquillaje de noche -permanente- escuchar a ciertas bandas de rock y ciertos hábitos poco comunes como fumarme una cajetilla de cigarros negros (como están hoy en día mis pulmones) y beberme una botella de tinto al día, tenía la mala costumbre de saltarme clases y leer lo que según yo aumentaba mi formación humana.
La literatura ‘dark’ o ‘gótica’ como se le conoce, aunque no es lo mismo, estaba por llamarlo de algún modo, en la lista prioritaria de libros que consumía cual caramelos tranquilizantes. En este sentido nunca discriminé autor alguno, y los libros que mis ojos y dedos saboreaban viajaban como en tren bala de Baudelaire a Lewis Carrol, de Saint- Exupéry a Albert Camus y de Lovecraft o Poe, a la “Reina Maldita:” Anne Rice. Sobre ésta última les contaré una historia de terror, que por ese entonces se me antojaba imposible.
Escritora de “culto” y lo entrecomillo porque no hay tal cosa en una autora cuyas obras han sido ‘best sellers’, Anne Rice ha escrito más de 25 libros, además de cuentos y ensayos históricos. Entre los primeros, figura la serie de “Crónicas vampíricas” como posteriormente se les denominó y que empezarían con “Entrevista con el Vampiro” en 1976 (libro que se volvió película en 1994) y terminaría en 2003 con la publicación de “Cántico de Sangre.” A esta serie se le unirían dos obras más del mismo tema llamadas “Las nuevas historias de vampiros”, “Pandora” y “Vittorio”, publicados en 1998 y 1999 respectivamente y que completan todo lo escrito por la autora referente al tema, con un total de 12 libros, aproximadamente la mitad de su obra. La otra tiene temas tan diversos y variados, como la historia de nueva Orleans, Brujas, espíritus antiguos, así como relatos eróticos que fácilmente le hacen competencia al Marqués de Sade, pero esos sí… son otra historia.
Regresando a los vampiros, -y a mi edad de 15 años- yo me bebí todos los libros de la autora que pude conseguir y comprar (por que a esta autora se le bebe, no se le lee) hasta que cumplí 22 y se me acabaron las botellas, pero no las ganas. Toda mi colección me fue llegando muchas veces de lugares tan lejanos como España, Italia, Suecia o Ingaleterra, que prontamente mi biblioteca se fue llenando de ediciones especiales y formatos tan extraños y diferentes a los encontrados en México, que aun hoy, el lugar que ocupan estos ejemplares dentro ella es una especie de altar, donde se encuentra toda la sabiduría de mi adolescencia (que simple es uno cuando es adolescente). Cada uno, a su manera me marcó de maneras profundas y diversas, muchos incluso hoy, se vuelven referencias obligadas en mi vida porque son ese tipo de lectura que puedes rebeber sin temor a indigestarte.
El universo de Rice, sea vampírico, histórico, de brujas o sexual, es siempre un trago apetecible como el buen tinto. Ya sea por la narrativa, a la vez fluida y elegante, o por la precisión histórica que esta autora maneja con el rigor de una celadora muy pendiente de su oficio, pero sobre todo, por las diversas temáticas que aborda a través de cada personaje. Leer las crónicas vampíricas no es leer sobre vampiros, no es transportarte a un mundo ajeno y fantástico donde lo imposible se vuelve cotidiano. Por el contrario, el éxito de Rice reside en que a través de estos seres se dejan al descubierto los pensamientos, emociones y frustraciones más humanas, logrando así que lo más cotidiano se vuelva fascinante. De la mano de Rice conocí a autores tan interesantes como a William Blake, o aWilliam Styron, conocí de música, y pintores entre otras muchas referencias que te llevaban de un autor de filosofía a otro con una exactitud tan vertiginosa como yo cambiaba de lectura. Pero esto es una historia de terror, no lo olviden.
Anne Rice, dejó de escribir en el 2003 con el punto final a las crónicas vampíricas y en sí a todo su ciclo oscuro, para dar un giro católico (¡El horror!) y publicar en 2005 (después de tanto esperar una nueva botella) el único tema que desde esa fecha y en adelante será su motivación: Cristo. Intenté leer “El niño judío”, pero he de admitir no llegué ni a la mitad, “la reina Maldita” buscaba salvación y al respecto no hay mucho que hacer.
En su ocaso, una princesa ha usurpado el lugar que por años llevó Rice dentro de la literatura mal llamada ‘gótica’: Setephanie Meyer. Ella, con su serie de libros Crepúsculo, (2005) Luna nueva, Eclipse y Amanecer, publicados consecutivamente hasta 2008, ha logrado posicionarse en la preferencia del público y consagrarse, como la nueva ‘Reina de los vampiros’ en la también nueva generación de los que ahora llaman como a mi a los 15 “darketos” o “góticos.”
A 10 años de tener ese apelativo, cuando sigo fumando cigarros que me dejan negros los pulmones aunque su color sea blanco y tengan doble filtro, leer a Meyer me produce una desazón inminente. Ninguno de sus libros me ofreció una narrativa elegante, su estructura es cuadrada y digamos predecible, la historia se desarrolla, sin filosofía u emociones complejas, es –por llamarlo de algún modo- un best seller hecho y derecho, que jamás podría llevar un apelativo de literatura de “culto”. Estos libros, entran en el grupo de hacer cotidiano lo fantástico, con una historia de amor ‘tan imposible’ como resulta cualquier otra en la vida de cualquier preparatoriana enamorada del chico malo.
Pienso en que será de las futuras generaciones de ‘darkies’ sin leer a la ya consagrada de la literatura, Anne Rice, dejados a la merced de una princesa cuyo mayor logro es contar cursis historias de amor. Mismas que tarde o temprano, se descubrirá son sólo otras tantas que obedecen al mito de la cenicienta, aunque para llegar al castillo, ésta se tenga que vestir como ‘gothic lolita’ y en lugar de perder la zapatilla se le haya rasgado una media…

PD. si no updateo esto antes...Feliz Samahin a todos y que la Luna los colme de bendiciones eternas…

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