Se lo lleva el viento, se lo lleva algo irremediable, contundente, pero insostenible por algo más que el instante.
Hoy a las 4 de la tarde con aprox. 45 minutos, Murió mi Sybila… la que me auguraba felicidad y mejores días; así de repente se cayó de su tronco en un desenlace fatal.
Me duele escribirlo y al escribirlo no lo creo todavía. Pero la toqué, la vi… yo terminaba de comer cuando escuché el golpe y lo supe todo… tal vez siempre lo supe, sólo que quería pensar que por alguna razón, si me esforzaba, esta vez sería diferente de otras… pero al parecer no importa cuanto me esfuerce, yo nunca, ni entregándome toda seré suficiente. Las reinas de los condenados, o mejor dicho, las reinas condenadas, no tenemos derecho a ser feliz, que iluso de mi parte fue el siquiera contemplarlo…que estúpida al pensar que algo que mis manos tocaran sobreviviría…¿Acaso no se me ha demostrado lo suficiente que yo mato todo lo que toco, a todo lo que quiero?
Estaba tan fría, tan quieta, como si tan sólo dormitara, pero yo lo sabía, lo supe… lo sé ahora y no volveré a engañarme de nuevo…
Su muerte, me duele mucho, muchísimo, no necesito decir que lo que ella representaba fue también lo que murió, que una parte de mí volvió a morir de golpe…que las murallas se están levantando de nuevo… que otra vez estoy en el fondo del baúl con las muñecas rotas. Sí, con esas con las que nadie juega…con aquellas a quien la vida nos debe tanto y no recibimos nada, salvo otra capa de olvido que nos deja más refundidas en el fondo.
El vacío se hizo presente, de nuevo, en las vísceras en el hipotálamo, en todo mi cuerpo. Mi conciencia, otra vez, es conciencia desgarrada y yo soy sólo un manchón de lágrimas y sangre: sí, otra vez…
Todo es de nueva cuenta, en un ciclo que al parecer no logro romper de ningún modo…
Lloré, lloré hasta que ya no pude, e incluso cuando ya no podía de alguna forma seguía llorando… después lloró el cielo conmigo, y cuando sentí que ya no podía más, seguí llorando, hasta que mis ojos se hincharon y mis lagrimales decidieron romperse de nuevo… lloré hasta que lloré algo muy parecido a la sangre, literalmente. Y juro que tal vez seguiría llorando si no estuviese partida en trozos indefinidos, y tuviese esta botella de vino en mi mano… Juro que seguiría llorando si tan sólo pudiese hacerlo… me duele todo… de nuevo… pero sobre todo me mata la melancolía de las esperanzas rotas, y los deseos que yo sé ya no serán…
Me está matando recordarla y salir al jardín, ver sus troncos y sus cosas, me mata el frió de su piel que ya no se calentará con ningún foco…
Así es, Hoy murió mi Sybila… Y algo de Akasha De Bathory se fue con ella…
“Dies irae! Dies Illa, solvet saectum in favilla, teste: David cum Sybilla […]‘ngemisco tamquam